El vuelo de la paloma


Hoy, mientras el sol se escurría en las azoteas

vi cómo unos niños arrojaban piedras en torno a una paloma,

era natural que cuando se sintiera amenazada, huyera,

así que se fue volando.


-Lástima que yo no tenga alas-

Él, amor


Él es la llama que avezada , converge en mi sexo cada noche

yo derrapo en su brillo, sin distancias precisas,

-un calor me quema las aristas-


Su latido de labios, llena lunas las noches más oscuras del alma.

Me baila en el vientre un enjambre de estremecimientos

que maquinan el mapa

por el que su boca traza senderos de lluvia .


Un cementerio de pétalos funge de escenario

donde el sacrificio de amor es perpetuado.


La explosión del éter apremia en su ternura,

entonces soy esponja

sumergida en su amor condensado en espuma.


Como colibrí


Con la estival mirada de un invierno cuajado a soledades

regresas por una senda atemporal.


Tiemblas, como una rama recién abandonada

por un pájaro herido en su espesura

¿Es que hace frío en tu corazón?


Pasa y disfruta de la pira que encienden

tus brazos adheridos a mi ombligo

-sobran las sombras-


Me miras y sonríes,

como si hubieras descubierto un uni-verso nuevo entre mis dientes,

y te sostienes como colibrí

batiendo con fuerza tus alas esperanza,

para poder sorber el néctar de mi vida.

Salud.

Rojo Crepúsculo




Mira cómo se desmayan las tardes aquí,

cuando el sol se abandona entre las nubes

presto a su sangriento sacrificio, rojo crepúsculo.


Mira cómo se suceden las tardes una a una,

cómo sacude el verso al corazón

cuando seducen tus ojos mi aterido amor.


Mira cómo se vuelve monótona la lluvia

cuando cae el invierno a toda alma

y atracan las tristezas, como esquifes en pena,

anclados para siempre en el desierto.


Oye, oye el viento despeinar a los árboles,

como la palmadita de un adiós.

Cómo le canta el viento a las espigas

que enredándose, van tejiendo tu recuerdo

enraizado a tientas esta noche.


Y tú tan lejos, tan lejos, incapaz de escuchar mi grito tinto,

sin oír si quiera cómo repercute mi voz

en el silencio.

De humo


A veces se nos rompe el corazón

y lo parchamos.

Unos tienen el corazón tan remendado

que hasta olvidan su forma original.


La vida es un muro que te estampa contra ella

cuantas veces necesite para volverse heridas en tu piel.

La vida duele un dolor que termina por matarte.

Algunas, claro, duelen dos vidas, cinco vidas

veinte muertes, o poco más.


Cada dolor es un agujero negro que alguna vez fue estrella,

-de las más grandes y brillantes-

Cuánto me gustaría no ser estrella en ningún universo

para no volverme lágrima en ninguna mirada.


Quisiera ser humo,

sin alma, sin pretensión alguna,

ascender, ingrávida, en caracolas

hasta disolverme en el aire;

Sin dolor

Sin vida

Sin muerte.

Sin mi maldita, forzada aceptación, de que todo

-hasta este poema-

SE ACABA.


Aclarando mi claro II

El peor dolor que existe radica en no poder evitar el dolor de quienes amas.

Aclarando mi claro I

Desahucio

'DEBE SER' horrible saber que vas a morir.
(...¿a caso no lo es?)

Él tiene

Él tiene un lunar, que adorna el vacío de ti que hay en su rostro,

y unos ojos morenos y profundos, que no son más que la sombra de otros, verdes.

Él tiene manos blancas, dueñas de los dedos más largos que conozco,

y un nombre, que de vez en cuando, se pronuncia como el tuyo.


Y no tiene ni idea de cómo escribir un verso,

eso es lo que él dice,

yo estoy segura que si transcribiera su forma de hacer el amor

sería el poema más bello del planeta.


Y me conoce,

me conoce inclusive más que tú,

por eso no puedo verlo a los ojos cuando escribe;

luego sí, claro, hasta cuando me escribe un te amo con los dedos,

de la forma más sincera -y más triste que hayas escrito tú-

Supongo que por eso termina firmando todo con un

‘Te odio con todo mi cariño’

Ojalá fuera sólo su seudónimo.

Tus ojos


Tus ojos,

dos agujeros negros de misterio,

dos cometas de ébano, que tatúan su estela en mi mirada,

que deshacen el miedo mientras fraguan la postura

en la que puedan trenzar cómodamente sus brazos

alrededor de mi pretensión

de amarnos más allá de la muerte y la distancia.


Tú le has dado calor y color a mi estructura de borrasca imprecisa,

tapizaste las noches de tu piel terciopelo,

engendraste los verbos, en el vientre de mi fantasía

y ahora alumbro esperanza.


Reconocer

Qué vas a pensar de mí cuando descubras

que no he aprendido a tocar en clave de sol

-que apenas puedo leer mi clave de luna-.



Cuando sepas que el único teorema de física que me sé

es que el tiempo es espacio sumamente condensado

en un amor que se crea y se transforma,

pero no se destruye…



Podrías desear no haberme conocido,

y no te lo reprocho;

a veces, yo también lo deseo.

Canción ajena

El amor es una canción que parece silbada por otros labios,

-aún cuando comparto los míos con los otros.-


Hace veinticuatro días que mi sueño acaba igual,

en sus brazos, sólo que ese rostro no le pertenece.


He escondido en el armario una sonrisa, encima de su foto,

junto con todos los besos que le debo.

A veces deseo tanto que venga a cobrar su deuda,

pero sé que aunque vaya yo a pagársela, no hará nada para ajustar las cuentas.

Si hay algo cierto es que ayer se lo conté,

-aunque lo que le conté no fue del todo cierto-

en ese momento, lo juro, en ese momento

toda mi vida cabía entre sus dedos,

ya sabía lo que iba a contestar, siempre dice lo mismo

-que me desea lo mejor y el resto de cosas que son justo lo opuesto a lo que yo deseo-

y en ese momento, lo juro, en ese momento,

mis lágrimas no hubieran cabido en el lugar del mar.


Hoy, hace un día que dejé de soñar.

Recuerdos en Sepia

En un lugar, con vista al Mediterráneo, cruzando las barreras que separan dos continentes,
se afincó un náufrago, dueño de mis recuerdos sepia… A ti.


La impecable dicción, suave y pausada,
de aquella onírica voz de su mirada.

El silencio absoluto de sus dulces palabras,
que tanto transmitían cuando apenas callaban.
El susurro indiscreto del vaho entre mis labios,
que traspasa distancias despeñándose al mar.

Conocerme en tu cuerpo,
saciar mi apetito en tus dos rebordes sobrepuestos
y deshacerme del alma penitente,
en pasiones aprendidas de tu nuevo viejo continente.

Empaparme de amor,
de un amor que se agolpe en las caricias.
de un amor infinito, y cristalino
de un amor que sepa a mar…

Cuánto te extraño…

Si bien, antes, para llegar a ti
clamaba por cruzar la acuosa calle azul
nadando entre mis lágrimas;
ahora, que no estás - o que ya no me amas-
sólo cruzar la calle azul del firmamento,
y ofrecerte el asiento reservado
en este órgano sobrehumanamente visceral
que invariablemente has ocupado.

Disculpa si logro agobiar tu recuerdo,
recordando el agobio,
pero el lápiz insiste en masturbarse
en la libreta neurálgica donde escribo mi tiempo.

Disculpa.

La hierática dicción, hoy agostada,
de una afónica voz, resbala en mi mirada…

Inalcanzable


Soy el último pétalo de una rosa que quiso desnudarse para ti,
-y me arranqué hasta el polen-
la gota de rocío que se extinguió
antes de encontrar el camino que la regrese al mar
-anhelaba endulzarlo-.

Soy el fuego glacial que no puede encenderte;
las hoscas alas de marfil tullido que jamás alzarán vuelo a tu bahía
-porque mis sueños pesan demasiado, tal vez-

Soy la sonrisa triste que dejó de aspirar a consolarte
Y…
aunque no lo deseo,
sobrevivo a tus penas.

.....................................Amarte es el azote
que a fuerza de sangrar me ha vuelto espalda.

Quiero ser


Quiero ser la nota que desafine tu acorde,

escribir silencios de corcheas entre compás y compás

de nuestro corazón.

Quiero hacerme lluvia en tu cuerpo

y dejarme a pedazos en todo tu trayecto;

quiero ser la luz que te ciegue al futuro y al pasado

quiero ser tu presente

tu siempre.

De la brisa de tu playa


Amo la brisa de la playa,
porque me envuelve no sólo el cuerpo,
…sino también el alma.

Amo la cadenciosa dulzura
con la que acaricia la salinidad del mar
y lo hace ola.
Amo ese paisaje que provoca,
que es sorprendente, instantáneo e irrepetible.

Amo los dibujos que hace en la arena.
porque son mágicos.
Amo la compañía que me hace,
cuando al mirar el horizonte
… me toma por sorpresa.

Amo los eufónicos sonidos que desprende del océano.
Amo su calma y su tempestad.
Amo sus caricias y sus golpes.

Amo de la brisa del mar, el que se llame brisa y no viento.
Amo su transparencia,
amo su imperceptible existencia.
Amo su fragancia, su naturalidad,
amo su frescura y su calidez.

Amo la brisa de la playa,
porque me trae tu aire,
porque son tus suspiros.
Porque cruzando el mar me devuelve tu recuerdo,
tu aroma, tu silencio.

La amo, porque es una sola contigo;
te amo, por ser uno solo con ella.

De cuando extravié mi diccionario


Me desperté aterrada,
en la afonía de estas últimas dieciséis noches
-hubiera preferido no dormir, repito-

Despertar, es tomar conciencia
de que no me queda más que mi yo y su irreversible prosaísmo,
es aceptar
que ya no estás estúpidamente enamorado de mi torpeza congénita,
y yo no puedo desamar tu estupidez aprendida.

Me he perdido en la esperanza
de encontrar un Norte para salir a buscarte.

El papel se ha vuelto cicatriz que no deja de doler
ante mi impotencia de extirparle el silencio.
Es un niño que extiende la mano
resignado a la escasez de alimento
durante un invierno a destiempo,
y yo, al fondo de mis dos platos vacíos
no acierto a colgar un pan sobre su mesa.

¿Cuándo regresarás?
no quiero ser poeta si me faltas.

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