Ardes, pudor de espuma,
como la exploración del primer rayo de sol
en la explosión de la noche de mi pelo.
Abrazada a tu luz, finjo que duermo
y en el aliento frutal de tu nuca dispuesta,
me desnudo.
Dualidad boca-verso.
El cuerpo de tu voz, invade mis oídos
y arrulla el agua mansa de mi arroyo.
-Es breve la demora de la piel
serpenteando en el caudal del pensamiento-.
Tú, así, siempre, lumínico disfraz de amor enardecido,
envuélveme en la llama de tu ardoroso afán
y enciéndeme a morir lento, muy lento.