El amor es una canción que parece silbada por otros labios,
-aún cuando comparto los míos con los otros.-
Hace veinticuatro días que mi sueño acaba igual,
en sus brazos, sólo que ese rostro no le pertenece.
He escondido en el armario una sonrisa, encima de su foto,
junto con todos los besos que le debo.
A veces deseo tanto que venga a cobrar su deuda,
pero sé que aunque vaya yo a pagársela, no hará nada para ajustar las cuentas.
Si hay algo cierto es que ayer se lo conté,
-aunque lo que le conté no fue del todo cierto-
en ese momento, lo juro, en ese momento
toda mi vida cabía entre sus dedos,
ya sabía lo que iba a contestar, siempre dice lo mismo
-que me desea lo mejor y el resto de cosas que son justo lo opuesto a lo que yo deseo-
y en ese momento, lo juro, en ese momento,
mis lágrimas no hubieran cabido en el lugar del mar.
Hoy, hace un día que dejé de soñar.