Me han dicho que te quiero porque soy masoquista,
pero creo más en todas tus mentiras
que en el resto de verdades que me quieren contar –y no son ciertas-
Las verdades se escurren en los párpados, se advierten,
no hay nada más desnudo que una lágrima.
A veces, te tomo de la mano y te invito a pasear por las calles de la memoria,
pero los recuerdos tienen grietas tan profundas que siempre me tropiezo
-y te llevo conmigo-.
¿Te acuerdas de mi aliento, compartido en tus labios?
¿De cuando los silencios caían sobre un muro de palabras
y todos los escombros eran versos?
¿Te acuerdas de cuando mi sonrisa pendía en el hilo de tu felicidad
y tú le dabas impulso a mi columpio, sostenido en el árbol de la vida?
O lo que más recuerdas es esa soledad de isla
ahogada en el mar de alguna despedida.