Recuerdos en Sepia

En un lugar, con vista al Mediterráneo, cruzando las barreras que separan dos continentes,
se afincó un náufrago, dueño de mis recuerdos sepia… A ti.


La impecable dicción, suave y pausada,
de aquella onírica voz de su mirada.

El silencio absoluto de sus dulces palabras,
que tanto transmitían cuando apenas callaban.
El susurro indiscreto del vaho entre mis labios,
que traspasa distancias despeñándose al mar.

Conocerme en tu cuerpo,
saciar mi apetito en tus dos rebordes sobrepuestos
y deshacerme del alma penitente,
en pasiones aprendidas de tu nuevo viejo continente.

Empaparme de amor,
de un amor que se agolpe en las caricias.
de un amor infinito, y cristalino
de un amor que sepa a mar…

Cuánto te extraño…

Si bien, antes, para llegar a ti
clamaba por cruzar la acuosa calle azul
nadando entre mis lágrimas;
ahora, que no estás - o que ya no me amas-
sólo cruzar la calle azul del firmamento,
y ofrecerte el asiento reservado
en este órgano sobrehumanamente visceral
que invariablemente has ocupado.

Disculpa si logro agobiar tu recuerdo,
recordando el agobio,
pero el lápiz insiste en masturbarse
en la libreta neurálgica donde escribo mi tiempo.

Disculpa.

La hierática dicción, hoy agostada,
de una afónica voz, resbala en mi mirada…

2 Estrellas iluminaron mi claro:

Óscar dijo...

"pero el lápiz insiste en masturbarse
en la libreta neurálgica donde escribo mi tiempo."

Estos dos versos son de los mejores que te he leído. Representan una gran metáfora de la persistencia de la memoria. Los dos últimos tampoco desmerecen. Este otro: "de un amor que sepa a mar" es igualmente bello e ingenioso, con un calambur muy sutil y nada forzado.

Un fuerte abrazo, Marisol.

Isabel Moncayo Moreno dijo...

Los dos versos iniciales me han gustado mucho, tengo un poema que dice algo parecido, por eso me he quedado con ellos, también tengo una hija un poco más jovencita que tú, y no quisiera nunca que escibiera desde el desamor y la tristeza que te embargan, estimada Marisol, (cosas de madre)

Tus poemas tienen un toque erótico, como en la tercera estrofa, que me encanta, es refinado y sugerente, dice lo justo y no sólo eso, además bien expresado, lo que menos me ha gustado, si me permites decirte, es la repetición de agobiar y agobio.
y estos versos:

pero el lápiz insiste en masturbarse
en la libreta neurálgica donde escribo mi tiempo.

son destacables, vuelves a releerlos y te dices: no lo que ha dicho, sino cómo lo ha dicho.

Un beso mi estimada y joven poeta.

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